23 de diciembre de 2016

EL INTERNADO DEL LICEO DE HOMBRES DE TALCA QUE CONOCIÓ EL MINISTRO JAIME CAMPOS QUIROGA

RED LICEANA
En todo el país, ha quedado en el ambiente, que Talca es una ciudad  milagrosa en donde "se cambian las guaguas" y además que el internado del Liceo de hombres no tenía calefacción.
No puedo quedar indiferente con lo expresado por un ex alumno de la promoción 1968, quien no se dio cuenta que el que estaba en tela de juicio no era él ni el Liceo de hombres de Talca de hace más de 40 años, sino que el Sename actual.
¿CÓMO ERA EL INTERNADO ENTRE LOS AÑOS 1960 Y 1970?
Lo expresado por el ministro coincide precisamente en esa década.
¿QUIEN ERA EL MAESTRO DE COCINA?
Con el secretario, a la izquierda, visitamos al compadre Guido al Centro en la foto, quien era el maestro de cocina cuando el ministro Jaime Campos Quiroga era interno. El compadre Guido acompañó al Liceo, como maestro de cocina, en las colonias veraniegas de Vilches.
Además por sus condiciones fue contratado para trabajar en el Hotel Maule de Constitución, en donde llegaron altas personalidades de la época como don Rafael Tarud, de quien me expresaré más adelante.



 
 LA HISTORIA QUE VUELVE A REPETIRSE ESCRITO POR UN INTERNO




FNE
LAS HUELLAS.
ESCRITO POR GASTON MUÑOZ (INTERNO)

Con doce años cumplidos, partí a la ciudad de Talca, para continuar los estudios, que había iniciado en la escuela de las Señoritas Ramos, viejas profesoras que cumplían el lema “de la letra con sangre entra” y más de una vez, había recibido el castigo del puntero en las manos y casi fui expulsado porque de un solo manotón se lo había quitado, afortunadamente sin responder a la agresión.
Ese primer domingo de marzo acompañado de mi madre, habíamos tomado el tren en Molina y partíamos hacia Talca para ingresar al internado del liceo de hombres, la locomotora inicio su camino, yo miraba por la ventana y parecía que me alejaba de toda una vida, mis amigos, mis trabajos de veranos entre los obreros de la construcción que me habían iniciado en la escuela de la vida, Ana María, mi pequeño amor clandestino, de besos escondidos, de rondas en el patio de la escuela, de ese pequeño apretón de manos cuando bailábamos la niña María, todo quedaba atrás y hacia adelante la nada como un abismo, sin conocer lo que me esperaba, el vaivén del tren nos traía a la realidad, mi madre tal vez orgullosa de este hijo que partía a educarse, para ser distinto al resto de su familia, sus esperanzas puestas en que su hijo sería distinto, yo sin saber la responsabilidad que me estaban entregando.
Me sentía un poco raro, me habían comprado un terno negro, camisa blanca una corbata que yo encontraba un poco chillona, pero que me la coloque sin reclamar, me habían comprado una maleta color café, con un compartimiento secreto que fue lo que más me gusto, allí podría guardar mis tesoros, por ahora no tenia muchos pero soñaba en que algún día si tendría por montones, mi viejo me había regalado una billetera de cuero, me había entregado mi mesada y con eso debería enfrentar la semana que tenía por delante.
Una vez que la locomotora se detuvo en la estación de Talca, después de recorrer 60 minutos por esos campos generosos de la zona central, con sus viñedos ordenados en hileras, con esos viejos álamos mirando el cielo, esos campos de arroz llenos de agua, nuestro viaje llego a su fin, en la estación tomamos un taxi hasta las calles 4 norte y cinco oriente, allí en ese edificio imponente de dos piso que cubría una manzana, se levantaba el Liceo de Hombres de Talca, la mitad era el internado, habían dos edificios que se miraban las caras de tres pisos y en el medio un gran patio, mi madre me registro y me dieron una cama en el tercer piso de edifico oriente, mi madre fue autorizada para acompañarme y hacer mi cama, las sabanas recién planchadas tenían un olor especial, tal vez a limpio, pero era el conjunto del dormitorio que entregaba una hermosa fragancia que duraría apenas dos días antes que todo cambiara de olor y de color. Detrás de la cama un armario para poner nuestras pertenencia, un buen candado habían escrito en las instrucciones que nos habían entregados, una vez que todo quedo en orden, bajamos con mi madre y con un fuerte abrazo, y sus mejores deseos me quede allí para ver lo que el destino me tenía preparado.
A las nueve de la noche había que subir a los dormitorios, a las diez se apagaban las luces y la campana sonaría a las siete de la mañana y a las siete y media el desayuno, para estar formado a las ocho de la mañana en nuestras salas, las instrucciones precisas sin apelaciones, yo pasea por los pasillos sin conocer a nadie, me había peinado con gomina, pero aún así mis pelos tiesos se notaban, habían grupos los antiguos que conversaban animadamente de sus vacaciones, para ellos era reiniciar sus vidas, eran amigos de otros años con miles de historias compartidas, yo solo por esos corredores saludando con una sonrisa plásticas.
De pronto un estudiante mayor, un adolescentes de unos quince años, me tomo del brazo y me dijo “ ven muchacho esta es nuestra sala de cuarto humanidades” y antes que yo pudiera reaccionar estaba frente a un grupo de unos diez estudiantes, “ mira dijo el que me había llevado de un ala, mira este parece que tiene una cabeza de puerco espín, y paso su mano por mi engominada cabellera, trate de salir pero me impidieron el paso, todos se reían, podríamos llamarlo Crispín, dijo el mayor, yo tenia ganas de llorar y salir corriendo, pero no, debía enfrentar este bochorno, todos eran mayores, una pelea no tenia muchas cara de tener éxito, “ simpático el Crispín” grito un gordo que estaba sentado en un banco, mejor llámemelo CRESPO, dijo un flaco que tenia la presencia del líder, eso gritaron bauticémoslo como crespo y todos se vinieron contra mi dándome una capotera, en señal de bautizo, desde ese día, hasta salir del colegio, fui conocido como el crespo González.
El primer día efectivamente a las siete en punto sonó la campana, yo me levante rápidamente para ir al baño, lavarse los dientes y ducharse con agua fría, lo del agua caliente lo supe después era una reivindicación de todos los años, pero nunca la habían ganado, por ahora no era problema pero en los meses de invierno la duchas estaban desiertas.
Según el reglamento a las siete y media debíamos estar en el comedor, con el buzo, los internos teníamos que usar el llamado overol, ridículo pero necesario, nos formamos antes de pasear al comedor, entonces apareció a quien conocería como el semáforo Flores, nombre que se debía a que uno de sus ojos era café y el otro verde. Vino su sermón “ Bienvenidos jóvenes alumnos, ustedes han llegado a un liceo que tiene su historia y su prestigio, y ustedes deberán seguir con las tradiciones, les vamos a enseñar desde como se come, como se usan los servicios, para hacer de ustedes hombres que puedan desempeñarse en sociedad sin hacer el ridículo, bienvenidos pueden ustedes pasar al comedor”, las filas comenzaron a avanzar, mi mesa era la seis, la busque con la mirada y en ella ya habían varios estudiantes, me acerque tímidamente, la tradición decía que los que estaban en sexto humanidades eran los jefes de mesa, ellos determinaban los puestos que ocuparían los comensales durante el año de su jefatura, quienes serían los colaboradores que se sentarían a su diestra y su siniestra, ellos serían los que repartirían la comida de acuerdo a la igualdad que ellos determinaran, por supuesto me correspondió ocupar el lugar más apartado de la cabecera de mesa. Eran las reglas.



A la ocho en punto estábamos reunidos frente a las puertas del liceo, era el inicio del año escolar y un acto solemne se llevaba a cabo, la canción nacional, palabras del rector y partir a las sala para iniciar la hermosa aventura de estudiar, los externos usaban uniformes y se reían de nuestros overoles, parecíamos mecánicos y era el símbolo inequívoco que éramos internos.
Primera clase era de francés, un viejito amoroso, de una ternura infinita, que a pesar de su años, quería estar con la tecnología, había llegado con una gran grabadora con unos enormes carretes de cintas, se presento “Je suis monsiers Contreras”, después nos hizo escuchar desde su aparato, pidiendo silencio la marsellesa, es una hermoso himno nacional, ya lo aprenderemos y conoceremos su letra, ahora quiero que escuchen, esta hermosa canción, que se llama “ las hojas muertas”, por ahora solo escuchen esta canción hermosa, escuchen el acento, lo hermoso de sus letras las descubriremos a medida que avance nuestro curso. A partir de es e día nunca más olvide ese acento, y lo hermoso de un idioma, que se convirtió para mi en el idioma del amor. Monsieur Contreras, con su ternura, nos enseño lo bello de la vida, nos hablo con tanta pasión de la toma de la bastilla, de los valores de la igualdad, la libertad y la fraternidad, que se grabaron para siempre en el espíritu de estos jóvenes aprendices de la vida, que recién comenzaban a caminar por la vida.
Las clases terminaban a las doce y media a la 13 horas era el almuerzo, nuevamente hacer una fila, y nuestro maestro de discursos encendidos, pasando revista a nuestras manos, “para venir almorzar es necesario tener las manos limpias”, todos debíamos colocar nuestras manos para ser examinadas, algunos eran enviados a lavárselas, con las risas y mofas de los que habían pasado la revisión, yo trataba de sacarles brillo a mis manos antes de pasar por ese bochorno. Las uñas no pueden tener luto, deben estar siempre cortas y limpia era el sermón.
En el comedor, en mi sitio asignado podía ver como nuestros platos eran más pequeños que de los sentados al lado del jefe de mesa, era parte de la historia, ustedes algún día serán jefes de mesa y será su turno por ahora, a respetar las reglas de nuestro internado, la vida era de esa forma.
Mi primer gran descubrimiento, fueron las clases del semáforo, profesor de historia, temido porque en su clase no volaba una mosca, y pobre de aquel que se permitiera hablar en su clase, era un hombre de contrastes, porque te sacaba adelante y te hacia una pregunta, “ como se calcula la velocidad de la luz”, pregunta de cultura general decía, si le gusta hablar en mi clase, significa que sabe mucho, por tanto si me contesta bien tendrá un siete, si no lo sabe tendrá un uno en mi clase, algunos contestaron bien y se ganaron un siete pero nunca mas volverían a hablar en clase, ese era el semáforo.
A mi me encantaban sus clases, quería ser profesor de historia, recorríamos las distintas culturas, valorando lo que habían hechos los hombre en las distintas épocas, a veces me quedaba pensando en las civilizaciones antiguas en sus costumbres en su vida cotidiana, lo que si lamento es que mucho historia antigua, la formación de Europa Las guerras Napoleónicas, y de nuestros Mayas y Aztecas nada, parecía que nunca habían existido, su esplendor lo conocería después de viejo. Del Semáforo Flores lo que más me impresionaba, es que no importaba que estuviéramos estudiando, los diez últimos minutos de su clase, comenzaba un discurso encendido, relacionando la materia con lo que sucedía en nuestro país. Me quedo muy marcado cuando en clase de la edad media, el semáforo se lanzo con un discurso que me conmovió, “ El señor feudal cobraba el derecho de pernada, y hoy aquí en Chile, a pesar de los años pasados de la edad media, el patrón del fundo, como cualquier señor feudal cobra el derecho de pernada y es cosa que ustedes miren como en los campos chilenos, encontraran tanto guachos con los ojos de color verde igual al patrón”, terminaba la clase y yo me quedaba pensando en mi abuelo en los jóvenes que había conocido y la duda me empezaba a corroer el alma, si era verdad había conocido jóvenes con ojos azules.
El acercamiento al verbo lo tuve con nuestro profesor de castellano, nerudiano de tomo y lomo, El chico Loyola, nos hacia leer poemas en clase, algunos de la mejor tradición española, otros latinoamericanos, conocí en esos tiempos, que volverán las oscuras golondrina sus nidos a anidar, con Neruda recorrimos las alturas de machu-pichu, los veinte poemas de amor y una canción desesperada, nos hizo pensar soñar, volar en las palabras de hermosos poemas, o buscar en la profundidad de una prosa, conocer el quijote, flaco y desgarbado recorrer el mundo cual hermoso caballero para pelear por los más desposeídos, junto a su fiel escudero, no importaban las batallas, pero siempre por las causas justas, su relación con Dulcinea de una ternura infinita.
Pero en ese momento lo que más me marco fue la historia de otro hombre, Don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, guerrero implacable contra los moros, adorado y despreciado, enviado al exilio, y a pesar de todo fiel a su causa, consecuente con la lucha cristiana, de noble corazón, que aún estando agónico en su última batalla, los moros lo creen muerto y preparan su ofensiva, más se lanzan a galope tendido cuando ven frente a las tropas españolas, en su caballo blanco al Cid cabalgando como en sus mejores tiempos, sobre el corcel un hombre amarrado a su caballo ya sin vida, yo soñaba que también quería ganar batallas después de muerto.
Con el chico Loyola, aprendimos a ir buscando en la palabra en el verbo, lo profundo de la vida, encontramos el amor y el desamor, la pasión, el odio, los sentimientos en cada mirada a la vida, el dolor más profundo en los versos de un poeta lejano, mirar la vida de una manera distinta, los ojos del poeta son lámparas de futuro, miradas profundas de la vida, escribir es comunicar, contar, compartir, los dolores y las esperanzas de hombres y mujeres, que están en esta maravillosa aventura de vivir.
En mi mente adolecente quedaron vibrando los poemas más hermosos de amor que he escuchado, fueron versos que nacieron del alma, y que comenzaron a caminar por el mundo, sin paternidad reconocida. “Los versos del capitán”, allí están los dolores, las furias, la pasión, como no ver al tigre que acecha su presa, que se lanza encima la destruye, y se queda por toda la eternidad a velar sus huesos. Como no ser un insecto que recorre esas colinas, y que de pronto se cae a ese inmenso cráter, a esa rosa de fuego humedecido. Como será posible que nuestro ojos, permanezcan seco, cuando la carta en el camino, es la historia de un luchador consecuente, que la espera a cualquier hora, y que construirá un lecho de rosa para esperarla, y que no quiere que le digan que la a olvidado, y aunque sea el mismo que se lo diga, porque un beso estará en su boca, sin jamás despedirse de los suyos, amor, pasión, lucha, consecuencia, compromiso con su pueblo, palabras que quedarían resonando en mis oídos para siempre.
Así fueron pasando los años, el crespo González, fue creciendo y pasando a ocupar lugares mas cercanos de la cabecera de mesa, en primer año, era un pequeño líder de los más pequeños, en las tarde sin clases jugaba con sus compañeros al caballito de bronce, saltando las espalda de los caballitos, estando en esa posición, vino uno de segundo humanidades y le pego un gran chuleta el la parte trasera, entonces llego la furia esa que no le permite ver nada, solo el paño rojo del toro, tomo un poco de tierra se la lanzo al agresor a los ojos este se llevo las manos a su cara y entonces yo con toda mí furia descargue patadas y combos que dejaron a mal traer al grande, quien en un acto de estrema cobardía partió a la inspectoría para denunciarme, fui castigado por el hecho a pesar, que yo invocaba legitima defensa, sin embargo nos ganamos el respeto porque le habíamos pegado a un grande, podíamos entones jugar tranquilo, porque nadie se atrevía a molestarnos, habíamos construido una fama que nos acompañaría siempre, éramos de pelea.
Cuando cursábamos el segundo año, el centro de alumnos tenía elecciones, los internos que éramos 200 éramos una fuerza importante, y en esos años todos empezábamos a tener una historia política, queríamos participar de los tiempos que corrían, más que partidos existía una diferenciación que tenía que ver con nuestras convicciones religiosas, existía la JEC, juventud de estudiantes católico y por otra parte la FlECH, la federación de estudiantes laicos de chile, eran una especie de lucha, independentista, la separación de la iglesia y el estado.
En el liceo, su plana mayor era laica y una buena parte pertenecía a la masonería, todo esto le entregaba al liceo un carácter pluralista, donde la libertad, la solidaridad y la igualdad, eran principios arraigados en la formación humanista que se entregaba.
La partía fue dolorosa siete años de estudiar entre esos viejos murallones, estos nos habían visto crecer, transformarnos en adolescentes, conocían de nuestras penas de amor, de nuestras frustraciones, en el teatro del Liceo un día domingo a las 11 de la mañana, cantamos el himno de la alegría y un canto de adiós resonó con fuerza en nuestras gargantas y las lágrimas dieron rienda suelta a una emoción contenida, partíamos al mundo a buscar nuestro destino, pero ese viejo liceo había dejado ya sus marcas para siempre.




Alejandro Lorca Pradenas 



Estimado Manuel:
Leí tu correo de hoy y vi nombres de compañeros conocidos.
Dos "cosas" sentí como en otras tantas veces: espiritualidad y emoción.
Tengo guardados en la memoria estos versos para que los "internos" de entonces
los vuelvan a pasar por el corazón:
QUIERO SER DEL INTERNADO
DONDE LA VIDA ES MEJOR
DONDE LA VIDA ES MEJOR

EN LA PUERTA HAY UN CANDADO
Y EN LA MESA UN INSPECTOR
Y EN LA MESA UN INSPECTOR
(Del Himno del Internado del LHT)

Manuel, gracias por tu aporte.

Alejandro. Interno 1963 y 1964. Dormitorio 7 y covacha del 7.
ESCRIBE EL MÁS ANTIGUO DE LA RED Y TAMBIÉN INTERNO
sergio antonio morales bahamonde

Tratándose el Liceo de Hombres de Talca de un Liceo con Internado, no cabe duda que la experiencia fue diferente para quienes estuvimos Internos y los que eran Externos.
Para mi, el Liceo significó una gran experiencia y una Escuela en muchos aspectos, era el hijo mayor de una familia con 10 hijos, regalón, no había hecho una cama nunca en mi vida, cuando el día en que llegué el Internado tuve que enfrentarme a esa DIFÍCIL TAREA,

Por razones que ignoro me correspondió ser agregado al Tercer Piso al dormitorio donde estaban los alumnos de Cursos Superiores. Esa fue un triste noche para mi. POR PRIMERA VEZ LEJOS DE MI FAMILIA. al día siguiente entré en la rutina, campana para levantarse, ducha fría, vestirse rápidamente, bajar, desayuno, timbre, PRIMERA CLASE. Claro hubo una recepción a los alumnos, las presentaciones y la entrega de lista de libros, presentación de profesores, etc.

Ahora, ¿Cuántos recuerdan al Rector Don Carlos Soto Ayala?, ¿al Vice Rector Don francisco Barrientos,  de los Internos?, ¿cuantos recuerdan al Señor Marcos Fernández (Cariñosamente llamado El Peneca) y temidos por muchos aunque yo que tuve el honor de ser alumno de él, alumno Interno por 6 años terminé por conocerlo y apreciarlo y estoy seguro que eso le pasó a muchos?.

 Algunos profesores de los que poco he leído ¿se recuerden: Don Adriano Barros, Profesor de Inglés (Estudios en EEUU) y que también oficiaba de entrenador de Basquetbol., La Srta Morelia Correa, profesora de Castellano, el Sr Carrasco, Profesor de Filosofía, fumador empedernido y Socialista convencido, aunque nunca supe que tratara de convencer a los alumnos; el Sr. Norambuena, profesor de Castellano, La Sra María  Pezoa, y su marido el Profesor de Historia y Geografía el Sr Mariano González, el primer profesor que conocí que enseñaba la Historia considerando TODO AL HAMBITO DE OCURRENCIA DE LOS HECHOS y que hablaba de la geografía, de la Literatura, de la Música, y todo lo importante que ocurría en la misma época (Un hecho histórico no se daba en el vacío sino que en un Universo de hechos simultáneos), Don Saúl Pliscof, profesor de Física, Don Francisco Silva Jaramillo, profesor de Química y que me correspondiera la suerte de que fuera nuestro Profesor Jefe por varios años , solía asustar con su vozarrón, pero era muy humano, el Sr Pino, profesor de Música, tocaba el piano y después fue reemplazado por el Sr Sanchez, Violinista. la Sra Hilda Villarroel, profesora de Biología, el Sr Aguilera, profesor de Francés, el Sr Herrera, profesor de Educación Física, El Sr Humberto  Correa Labra, Profesor de Educación Cívica, cosa que lamentablemente se ha dejado de enseñar. Bueno y así tantos otros que muchos recordaran.

Las Celebraciones del Día del Liceo en el Internado, Las relaciones con los demás Colegios y, en nuestro caso, con las QUERIDAS ALUMNAS DEL LICEO DE NIÑAS A LAS QUE VEÍAMOS PASAR POR FRENTE A NUESTRA VENTANAS DE LAS SALAS DE CLASES QUE DABAN  A LA ALAMEDA Y QUE NOS HACÍAN SUSPIRAR Y ACELERABAN NUESTROS CORAZONES.

Bueno, como dice la canción JUVENTUD DIVINO TESORO, TE FUISTE PARA NO VOLVER. 

Un abrazo
S.M.B
UN GRAN RECUERDO
No deseo terminar este escrito sin antes enviar un afectuoso saludo de navidad a todas y todos los integrantes de la red. Expresar que del Liceo de Hombres de Talca, hoy Abate Molina, han surgido numerosas personalidades tanto en el ámbito deportivo, cultural y social.
Deseo recordar a un político como fue don Rafael Tarud, quien cuando fue Presidente del Centro General de Alumnos logró que el bachillerato se tome en regiones también.
¿Quiere saber cómo lo hizo?
 




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